Plantar semillas -o sembrar semillas, para utilizar el término correcto- es una forma sencilla y barata de cultivar nuevas flores y hortalizas para su jardín. Sembrar en el interior permite empezar el año de cultivo mucho antes que en el exterior. Cuando se cultivan ensaladas y hortalizas, es una buena idea sembrar una pequeña cantidad de semillas cada dos semanas, para asegurarse de tener una larga temporada de productos frescos para comer durante todo el verano. Es lo que se llama "siembra sucesiva".
Proceso de germinación de las semillas
Durante la fase inicial de la germinación, las semillas absorben agua rápidamente, lo que provoca el hinchamiento y ablandamiento de la cubierta de la semilla a una temperatura óptima. Esta etapa se denomina Imbibición. Comienza el proceso de crecimiento mediante la activación de enzimas. La semilla activa su fisiología interna y comienza a respirar y a producir proteínas y metaboliza el alimento almacenado. Se trata de una fase de latencia de la germinación de la semilla. Al romperse la cubierta de la semilla, la radícula emerge para formar una raíz primaria. La semilla empieza a absorber agua subterránea. Tras la emergencia de la radícula y la plúmula, el brote comienza a crecer hacia arriba. En la fase final de la germinación de la semilla, la célula de la semilla se vuelve metabólicamente activa, se alarga y se divide para dar lugar a la plántula.
Condiciones necesarias para la germinación de las semillas
Éstos son algunos requisitos importantes que son esenciales para que una semilla germine en una plántula y en una planta.
Agua: Es extremadamente necesaria para la germinación de las semillas. Algunas semillas son extremadamente secas y necesitan tomar una cantidad considerable de agua, en relación con el peso seco de la semilla. El agua desempeña un papel importante en la germinación de las semillas. Ayuda proporcionando la hidratación necesaria para las actividades vitales del protoplasma, proporciona oxígeno disuelto para el embrión en crecimiento, ablanda las cubiertas de las semillas y aumenta su permeabilidad. También ayuda a la ruptura de la semilla y convierte el alimento insoluble en soluble para su translocación al embrión.
Oxígeno: Es una fuente importante y esencial de energía necesaria para el crecimiento de las semillas. La semilla en germinación lo necesita para el metabolismo y lo utiliza como parte de la respiración aeróbica hasta que consigue que le crezcan hojas verdes propias. El oxígeno puede encontrarse en los poros de las partículas del suelo, pero si la semilla se entierra a demasiada profundidad se verá privada de este oxígeno.
Temperatura: Para que una semilla germine, necesita una temperatura moderada de unos 25-30°C. Obviamente, cada semilla requiere una temperatura óptima diferente. Hay algunas semillas que requieren requisitos especiales, ya sea una temperatura más baja o más alta, entre 5 y 40°C.
Luz u oscuridad: Esto puede actuar como desencadenante ambiental. Muchas semillas no germinan hasta que les da la luz del sol.
Gestión de los factores que afectan a la germinación de las semillas
Aparte de la latencia de las semillas -que impide que germinen incluso en condiciones favorables-, los principales factores que afectan a su germinación pueden controlarse fácilmente en interiores.
El agua: El suministro deficiente o adicional de agua afecta a la germinación de las semillas.
La temperatura: Afecta a la tasa de crecimiento y al metabolismo de la semilla.
Oxígeno: Las semillas en germinación respiran vigorosamente y liberan la energía necesaria para su crecimiento.
Por lo tanto, la deficiencia de oxígeno afecta a la germinación de las semillas.
En algunos casos, una temperatura por debajo del nivel moderado ralentiza la germinación de las semillas y favorece el crecimiento de hongos. En algunos casos, la germinación se detiene a una temperatura superior al nivel moderado.
Invierte en macetas y un propagador o construye el tuyo propio
Para sembrar semillas no hace falta mucho material. Muchos jardineros compran propagadores, pero una bandeja de semillas o unas cuantas macetas de plástico también sirven. Si no tienes botes de plástico, en lugar de una bandeja de siembra puedes utilizar viejos envases de yogur con agujeros en el fondo, o cestas para tomates o champiñones. Cualquier recipiente que pueda contener compost y permitir que el agua drene libremente es adecuado.
Siempre es mejor comprar una mezcla de semillas de calidad. Algunas semillas muy pequeñas necesitan un "abono para semillas" especializado para germinar, pero el abono multiusos sirve para la mayoría de las semillas. Para mantener una temperatura uniforme y la humedad de la tierra, conviene cubrirla con un plástico transparente. Un propagador hecho a medida viene con su propia tapa de plástico transparente, pero puedes utilizar film transparente, bolsas de congelador viejas o cualquier bolsa de plástico transparente. Fíjala a la maceta con cinta adhesiva o una goma elástica.
CÓMO plantar las semillas
Llena pequeñas macetas o bandejas de semillas con compost. Utiliza una regadera provista de un rosetón fino para humedecer bien el compost y déjalo escurrir. A continuación, añade las semillas y cúbrelas con una capa fina de compost, de la misma profundidad que el tamaño de la semilla (cuanto más pequeña sea la semilla, más fina será la capa de compost). Cubre la maceta o bandeja con un trozo de cristal o plástico transparente, para mantener una temperatura uniforme para la germinación, y mantén el compost húmedo. Coloque la maceta con las semillas en un alféizar bien iluminado o en un propagador con calefacción. Lo óptimo es una humedad >60% y una temperatura de 25-28 grados. Retire la cubierta de plástico o cristal en cuanto las semillas hayan germinado. Al cabo de un par de semanas, las plantas jóvenes serán lo bastante grandes como para plantarlas individualmente en macetas más grandes o en el exterior, en tierra bien preparada. Manipula las plantas con cuidado y riégalas bien. No dejes que la tierra o el compost se sequen.